El 2012 fue un gran año. Aprendí que los sueños no solo se sueñan, también se consolidan. Le di un nuevo lugar a la palabra amistad, me vi rodeado de hermanos. Tuve tantas caídas como levantadas y me sigo cayendo. Y levantando.
Reconocí profundamente el poder de los procesos grupales. Tuve la fortuna de hacerlo desde muchos ángulos. Fui privilegiado testigo de tantos procesos y tantos testimonios que ahora creo un poco más en la divinidad.
Fue un año de enfrentarme a mi propia sombra, la que había evadido en tantos años de proceso terapéutico. Me vi de frente y al espejo. Me enfrente con mi propia desnudez y lejos de espantarme, me maravillé. Por fin.
Fue un año de constatar que la confianza es un camino de doble vía y una construcción conjunta.
Fue un año de por fin creerme padre. De perder kilos. De soltar toneladas. De creer en grandes proyectos y conformarme con pequeños logros. De reconocer mi piel y en ella, la de mi compañera de vida. De soltar unos vicios y consolidar otros. De empezar a creer en la magia y no solo en la tierra. De encontrar genialidad en la locura. De reencontrarme con el concepto de "mejor amigo". De arriesgarme un poco más. De quedar embarazado. De poblar mis propios sueños. De empezar a entender porque la música clásica le gusta a tanta gente. De confirmar que no me gusta el reggaetón pero que es sabroso de bailar. De empezar a decir "familia" con un nuevo significado. De recuperar mi sombra y mi mierda en vez de buscar depositarios ideales. De llorar diciendo "este soy". De juntar mi fertilidad a la de la mujer de mi vida e invitar a una nueva alma a acompañarnos. De convencerme que la vida de mis hijas es de ellas. Que son dueñas de su destino y que nosotros somos sólo el canal a través del cual ellas se manifiestan. Que su destino es trascendernos y que lo cumplirán a pesar de nosotros.
¿Qué me falta? Mucho. Todo. Para mi el camino siempre está en punto cero. Así me gusta creerlo. Quiero pensar en el pasado como un gran lienzo que tiene pintado una hermosa obra que es un compendio de todos mis procesos de vida. Lo miro y me maravillo, me nutro, me siento respaldado. Pero no hay nada más que lo que hago con lo que existe aqui y ahora. Por más que me escape en delirios intelectuales, de vez en cuando recuerdo aterrizar al momento presente y es maravilloso. Sólo entonces puedo ver la maravilla de todo lo que existe. ¿Propósitos para el 2013? Ninguno. Los propósitos se construyen desde lo que creemos que carecemos. Estoy convencido que todo lo que necesito para seguir viviendo ya está en mi y que en mi vida se materializa toda la abundancia del universo. ¿Qué más podría pedir?