lunes, 30 de enero de 2012

¿Por qué Gestalt?


Vivimos en un mundo primordialmente individualista. La guerra del peso, del lucro y la competencia desmedida, son caldo de cultivo para el ego. Nos perdemos en que deberíamos ser, nos olvidamos de SER.
El éxito se convirtió en el objetivo último, no tenemos opción. O somos exitosos o no somos nadie. No importa que queremos, importa que logramos y cuanto reconocimiento obtenemos.
Así mismo, hacemos parte de un mundo en el cual lo más importante es la mente, el intelecto. Todo lo queremos entender. Si lo entiendo, existe. Si no, no lo puedo solucionar. Terminamos esclavos de nuestro pensamientos y defendiéndonos con intelectualizaciones. El cuerpo es un anexo de la cabeza. Las emociones, apenas sensaciones incómodas que es mejor ignorar.
Pasamos la vida con armaduras oxidadas. Nos acostumbramos a ese peso, nos resignamos a cargarlo. Creemos que no hay remedio.
El panorama parece oscuro, desolado. No hay señales de salida.
Sin embargo, por milenios y desde que el hombre es hombre, el ser humano se ha caracterizado por su búsqueda. Siempre han existido seres que, a pesar de todo lo anterior, han elegido el camino de la conciencia. Estos hombres y mujeres han sido vitales para que la humanidad entera haya dado pasos esenciales en su desarrollo. Y, aunque muchas veces no lo parezca, el ser humano está en un constante desarrollo de su conciencia. Como expresa Ken Wilber:
 ”La Humanidad – dice Plotino – se halla a mitad de camino entre los dioses y las bestias. (…) Los animales son mortales pero lo ignoran y no lo comprenden; los dioses, por su parte, son inmortales y lo saben; pero el pobre ser humano, por encima de las bestias pero lejos todavía de ser un dios, es una desafortunada combinación: es mortal y lo sabe. De este modo, cuanto más evoluciona más consciente se torna de si mismo y de su mundo, más se desarrolla su conciencia y su inteligencia y más cuenta se da de su destino, de su mortal destino. Éste es, en suma, el precio que hay que pagar por cada paso hacia adelante en el proceso de expansión de la conciencia.”
La humanidad ha tenido pues la clarividencia de seguir su destino y caminar en el desarrollo de la conciencia con ímpetu y valentía.
Sin embargo, los desafíos del presente son grandes y la invitación que tenemos como seres humanos es a afrontar nuestro presente con honestidad y autenticidad.
El ego todavía es rey en el mundo. Vivimos en el reino de las fronteras. Y si hay fronteras, hay conflicto. El otro es peligroso. Lo desconocido, amenazante. El que está del otro lado me puede hacer daño entonces mejor ataco primero. Nos regimos por el principio de “divide y vencerás”. Nuestros gobiernos y gobernantes, en su gran mayoría viven según ese precepto. Desconfían del vecino. La industria bélica vive su mejor momento.
Así mismo, vivimos en una época en la cual el llamado a la conciencia está más vigente que nunca y hay millones escuchándolo. Hay cientos de propuestas, muchos caminos que el últimas buscan lo mismo: que estemos más despiertos, que nuestros ojos estén más abiertos, que estemos más conectados con nuestro deseo profundo, con la vida.
La Gestalt, no es más que uno de esos caminos. Surgida a mediados del siglo pasado en respuesta a una psicología fría, racionalista, de diagnósticos y rótulos, quiso reivindicar en el espacio terapéutico la humanidad del paciente y por supuesto del terapeuta.
Fritz Perls, creador de la Terapia Gestalt fue un gran sanador en la medida en que al final de su vida encontró su ser más auténtico. Le costó mucho, tuvo una vida difícil y profundamente conflictiva. Pero se trascendió a si mismo, contactó profundamente su sombra y fue ahí que encontró su luz más brillante. Ese es el legado que dejo Fritz y es lo que intenta compartir la Gestalt con el mundo.
La principal invitación de la Gestalt, entonces, es la autenticidad. Que dejemos ser ese ser que otros han inventado y empecemos a ser quien somos. Que nos miremos al espejo y que busquemos en este aceptación y amor. Que nos atrevamos a quitarnos la máscara cuando no la necesitamos. Que reconozcamos lo que nos mueve profundamente y nos atrevamos a buscarlo y a vivirlo. Que dejemos de vivir vidas de mentira y nos atrevamos a profundizar en nuestra experiencia vital de manera plena, transparente y real.
Más allá de cualquier dogma o fórmula, nos invita a encontrar nuestro propio camino y despenaliza el equivocarnos. Nos invita a hacer ensayos vitales. Reivindica el derecho que tenemos a cambiar de opinión. Nos cuenta que el encuentro dura lo que dura y que mientras lo hace es maravilloso. Nos enseña que aceptar el desencuentro es también un acto de amor. Nos estimula a contactar lo mismo que a retirarnos. Nos repite hasta el cansancio que nuestras posibilidades son infinitas, que no estamos terminados de escribir y que somos dueños de nuestro destino.
Nos invita a ser mas conscientes, a estar más presentes, a ser más responsables. Frustra nuestras manipulaciones. Nos acerca a nuestra esencia.
El mundo tiene una necesidad desesperada de este tipo de ser humanos. La Gestalt lleva más de 60 años trabajando para que cada vez más personas se adueñen de sus vidas y vivan con mayor transparencia y verdad.
Nosotros en el Centro Gestalt de la Sabana, sumados a incontables otros centros en el mundo, queremos poner nuestro granito de arena para que esto pueda seguir ocurriendo y que las personas que se acerquen a nosotros puedan seguir siendo en sus vidas semillas de autenticidad. Ese es nuestro camino.