Hola Matilde. Te quiero escribir esta carta en este espacio sagrado. Hace mucho no escribía, en gran parte, por lo que me ha implicado tu llegada al mundo hace ahora algo más de 5 meses.
Y es que ha sido un tiempo intenso. Una vez más, como con tu hermana Eloisa, toqué zonas profundas de mi sombra. Miedos que creía extintos y pasados.
Tuve miedo al displacer, al sacrificio, a la enfermedad y a la muerte. Le tuve miedo al miedo.
Me enfrenté una vez más con mi dificultad para acompañar desde el dolor. Me sumergí mil veces en mi angustia para escapar de mi mismo. Era más fácil estar angustiado que responder a tu necesidad.
Contacté mi niño interior y competí contigo por la atención del mundo. Quise hacerme visible pues tu ocupabas mucho espacio.
Como siempre me ausenté en mis pensamientos y en mis distracciones habituales. Actué muchas veces desde los mínimos, hice lo necesario para no cargar con mi culpa de no ayudar. Quise escapar de ti y de mi mismo.
Sin embargo, así como me repetí, también me reinventé.
Pude sentirme más que nunca en el lugar de padre. Muchas veces fui solidario compañero de una causa que entendí mía por principio y elección.
Me sentí tocado por tu mirada dulce desde que la vi. Te vi salir de una herida abierta y aunque me haya costado un par de mareos, me levanté y enfrente el milagro y la revolución que trajo tu nacimiento.
He podido estar como nunca para tu mamá, apoyándola en muchos momentos que me ha necesitado. Todas las veces que me he desconectado he encontrado en mi lo que necesito para reconectarme.
Para esto, me ha bastado con tu risa libre y dispuesta. Tu risa fácil.
Ha sido mi combustible en tantos viajes a la farmacia y al pediatra. Me ha permitido esperar de pie a que concilies el sueño en medio de tu llanto interminable. He encontrado en mi la voluntad inquebrantable de estar. Aunque sea no estando.
He sido sostén de tu hermana para que tu mamá puedo era ser sostén tuyo. He pasado innumerables noches a su lado acompañándola en el duelo de no ser ya la única receptora de nuestra atención y afecto. Me he encargado de recordarle que tu llegada no le quita amor, se lo multiplica.
Te quiero con todo lo que soy y estoy aquí para amarte y recibirte. Tu todavía estás llegando, nosotros todavía haciendo nido.
Somos una familia dispuesta a reescribirse infinitas veces. Eso nos da el derecho de equivocarnos lo mismo. Queremos dejarte a ti y a tu hermana un legado de incertidumbre y riesgo. La certeza única de que no hay certezas y el camino se labra una caída a la vez.
Seguimos aprendiendo...
muy emocionada.....
ResponderEliminarabrazo enorme
Andrea