La gran paradoja de nuestra especie, es que aquello que más
nos identifica, es justamente aquello que más nos cuesta alcanzar.
Nuestra sistema educativo nos empuja hacia el molde. Nos
enseñan que no hay que inventar lo que ya está inventado. Si cuestionamos somos
vistos como rebeldes y pronto somos abortados del sistema.
Somos una sociedad que cree que el "científico" es
el único método existente y que la verdad última está escrita por la ciencia.
No hay más verdades aceptables. Las otras visiones son consideradas esotéricas,
miradas con desconfianza, dejadas de lado.
Por alguna razón, siempre creemos que la última palabra de
la ciencia es la definitiva. No importa cuantas veces se reevalúe, siempre la
última es la definitiva. Perdimos la capacidad de dudar de nosotros mismos. Nos
vemos con tanta certeza que entramos en terreno estéril. Creemos todo lo que
nos cuentan sin filtros. Nuestra creatividad agoniza.
Y la agonía de la creatividad no es más que la de la
capacidad de renacer, de reinventarnos. Nos convencemos de que estamos
escritos, que no hay nada más que decir. Que lo que queda de vida no es más que
una repetición resignada de nuestras viejas y caducas dinámicas. Perdemos brillo
en los ojos, nos da pereza vivir. Poco a poco, vamos perdiendo la chispa vital
y nos convertimos en autómatas que siempre caemos en el mismo hueco y nos
pegamos con la misma pared. Vivimos una vida sin conciencia.
Muy pronto en la vida aprendemos que debemos hacer y se nos olvida que podemos ELEGIR. La capacidad de
elegir es base de toda creatividad.
Por supuesto, elegir es difícil.
Es difícil porque implica ir en contra de todo lo aprendido.
Es difícil porque nos saca de nuestra zona cómoda. Es difícil porque nos obliga a hacernos cargo, a asumir las
consecuencias de nuestros actos. Es más fácil que otros elijan. Que el sistema
nos arrastre.
Cuando nos atrevemos a elegir lo que queremos el acto
creativo entra en combustión. Nos brillan los ojos y poco a poco nos hacemos de
nuevo dueños de nuestro destino. Como el Fénix que renace de sus cenizas, nos
levantamos del fango y sentimos la sangre correr torrencialmente por nuestras
venas e inundar nuestro corazón. Nos asustamos, pero eso no es más que parte
del paso que estamos por dar. Tomamos el miedo como compañero de camino y damos
un paso más. Y otro. Y otro.
Cuando nos damos cuenta, estamos caminando. Sólo entonces es
claro que hace mucho no lo hacíamos. Que íbamos en silla de ruedas o
apoyándonos en bastones. Que nos habíamos habituado a una vida inundada de
costumbre. Nos percatamos de que el mundo nos pertenece y se abre a nosotros
con toda su abundancia. El sol sale de nuevo en nuestra vida.
Ser creativos es asumir la actividad de CREAR. Los elementos
son los mismos para todos pero hay infinitas formas de moldearlos. Somos seres
infinitos como infinitas son nuestras posibilidades. Podemos ser quien queramos
ser, no hay límites más que los que nos ponemos a nosotros mismos.
Ser creativos es atrevernos a usar lo que nos fue dado y construir
la mejor versión de nosotros mismos.
Ser creativos es rendir culto a nuestra condición humana y
en últimas, en el fondo de lo humano, ir al encuentro de lo divino.
EXCELENTE ARTÍCULO! COMO DOCENTE SECUNDARIA ARGENTINA ESTOY TOTALMENTE DE ACUERDO CON LO QUE DICES DEL SISTEMA EDUCATIVO Y EN CUANTO AL MIEDO DE NO PODER, ME GUSTÓ ESO DE CAMINAR JUNTO A ÉL EN LUGAR DE ESPERAR QUE SE VAYA O NEGARLO. Y DARNOS CUENTA DE QUE SIEMPRE ESTAMOS ELIGIENDO AÚN CUANDO DEJEMOS QUE OTROS ELIJAN POR NOSOTROS. ADELANTE CON EL ACTO CREATIVO!
ResponderEliminar